El cansancio de 7 horas en lancha en medio de las turbias aguas de la laguna de Caratasca, no reduce la impresión que provoca el paisaje de selva tropical húmeda de la Mosquitia hondureña, ubicada en el departamento de Gracias a Dios.
Esas aguas cristalinas de la costa caribeña de Honduras, son el sustento de miles de pescadores que no tienen otra actividad económica que les permita mantener a sus familias. Es bajo esa realidad murieron 34 buzos miskitos el pasado mes de junio.
Gracias a Dios es el segundo departamento más extenso en Honduras. Cuenta con 6 municipios: Puerto Lempira, Brus Laguna, Ahuas, Juan Francisco Bulnes, Wampusirpi y Villeda Morales. Su población supera los 100 mil habitantes. Los miskitos son una de las 9 etnias que el Estado mantiene en el abandono.
Llegar a la zona únicamente se puede por aire y agua. Según expertos la Mosquitia posee verdes bosques y una gran variedad de flora y fauna silvestre, también está compuesta por refrescantes y hermosos ríos y lagunas.
La riqueza natural de la zona se contrapone con la pobreza en que viven sus habitantes. El abandono del Estado mantiene a la región incomunicada con el resto de Honduras; su gente intenta sobrevivir con los pocos ingresos que con suerte logran obtener en la temporada de pesca de langosta, caracol y pepino de mar.
Don Buenaventura Calderón, nativo de la zona reconoce que la responsabilidad de la miseria en que se sumerge la Mosquitia es de los gobiernos. Él, también representante de la sociedad civil y empresario de Puerto Lempira, dice que la realidad del pueblo miskito se ha deteriorado en las últimas dos décadas.
“Nosotros vamos retrocediendo. No estamos avanzando. El gobierno nos tiene en total abandono, aquí no tenemos nada. La educación es pésima, si nos adentramos a las estadísticas se dará cuenta que en los exámenes estandarizados que aplica la Secretaría de Educación, únicamente tenemos el 26 por ciento de puntuación, la nota más baja en toda Honduras. Con esa pésima educación a qué tipo de vida podemos aspirar”, cuestiona el empresario.
Es de esa falta de educación que se aprovechan las empresas dedicadas a la pesca de mariscos, la mayoría radicadas en Islas de la Bahía, desde donde exportan hacia Estados Unidos y Asia. “Los buzos miskitos no tienen otra opción que sumergirse en la profundidad del agua. Solo hay dos caminos: morir dentro del agua o morir de hambre, no existe otra fuente de empleo aquí”.
Para Calderón la pesca representa una actividad peligrosa, la que supone el riesgo de salir lisiado o morir, ya que los buzos se sumergen a la profundad de las aguas sin ninguna protección.
Lo denunciado por Buenaventura se constata con los testimonios de los lisiados, quienes aseguran haber sufrido el síndrome de Descomprensión al ingresar a las aguas sin suficiente oxígeno o algún desperfecto como el óxido en los cilindros.
“Las empresas se aprovechan de la necesidad de la gente. Incluso tengo información que los buzos van drogados con la intensión de aumentar la cantidad pesca y utilizan menos el oxígeno, el Estado lo sabe y no hace nada. Para subsistir, miles de hombres se dedican a la pesca de langosta mediante el buceo en condiciones inseguras, sin un entrenamiento adecuado y con equipo obsoleto y sin mantenimiento”, agrega Calderón.
La tragedia de este pueblo se comprueba con los más 4 mil buzos lisiados que registra la Asociación de Buzos Miskitos, frente a los 12 millones de dólares que anualmente reporta esta actividad económica en el país. “Todo ese dinero se va para Islas de la Bahía, allí están las empresas, a la Misquitia nos queda la carga social, los lisiados y muertos que está dejando esta actividad”, comentó Ana Julia Echeverría, vice alcaldesa de Puerto Lempira.
La Mosquitia se ha convertido en los últimos años en un atractivo paraíso para la narcoactividad debido a su ubicación geográfica. La zona es frontera natural que comparte sus aguas con Nicaragua y colinda con los departamentos de Colón y Olancho.
El abandono del departamento, expresado en la poca o nula presencia de la institucionalidad, más las oportunidades que la naturaleza brinda, son la clave para el trasiego de droga. Analistas en seguridad confirman que, sus seis municipios están controlados por pequeños carteles que cuentan con el apoyo de las comunidades para desarrollar sus operaciones.
Para analistas el involucramiento de agentes estatales, sobre todo el Ejército a través de la Naval, es clave para mantener el control de este territorio. La captura y posterior extradición a Estados Unidos de Winter Neptalí Blanco así lo comprueban.
Según información de InSight Crimen el narcotraficante hondureño operaba desde el municipio de Brus Laguna. Desde este lugar trasportó alrededor de 100 paquetes de cocaína que fueron incautados por la armada de Corea de Sur.
La Mosquitia es estratégica para varios grupos criminales que realizan labores de avituallamiento, protección y traslado de drogas a los grandes carteles de México y Colombia.
Buenaventura Calderón confirma que por historia el narcotráfico ha tenido control en todos los sectores del departamento, logrando así inversión en lo comercial, político y social.
Adentrarse a la Mosquitia no únicamente es cuestión de distancias. Su entrada única por aire y agua, hace que los costos de movilización de un municipio a otro sean muy onerosos. Los vuelos en avionetas desde La Ceiba salen una vez por semana, con precios arriba de los 400 dólares.
El pago de lancha entre una comunidad a otra varía entre los 5 a 30 dólares. Dinero que, para una población sin empleo ni oportunidades0 se convierte en una preocupación que los aleja de todo.
El departamento es cruzado por la Laguna Caratasca, la cual está compuesta por sistemas de lagunas dividas por canales naturales. Caratasca o laguna de los lagartos en miskito, es la más grande de Honduras, abarca unos 1100 kilómetros y se extiende tierra adentro por unos 37 km desde el mar Caribe.
Por años la laguna ha sido la vía de navegación entre una comunidad a otra, el tránsito de lanchas, pipantes, cayucos y grandes embarcaciones dedicadas a la actividad pesquera.
La cantidad de agua que compone el departamento se contrapone a la escasez de agua potable con que sobreviven las familias. “El gobierno debería preocuparse por garantizar estos servicios básicos, aquí no tenemos acceso a nada, las transferencias gubernamentales no llegan y son muy pocas, los miskitos estamos en abandono”, ratificó Don Buenaventura.
Las reservas de recursos y riquezas naturales que tiene la Mosquitia quedan bajo depósito y cuidado de las transnacionales, los narcotraficantes, políticos y funcionarios públicos, quienes siguen dejando en el abandono a esta población, porque no compensa invertir en tan poca gente.
“En Honduras, los políticos tienen claro que deben seguir invirtiendo los recursos del Estado en campañas electorales en el resto del país, donde la disputa de los votos sigue siendo un negocio redondo”, dijo el análisis político Ismael Moreno sj, director del ERIC-SJ.
Tanto Don Buenaventura como Ismael Moreno, creen que la Mosquitia es tierra de nadie y no existe una instancia que se preocupe por lo que vive su gente. Un ejemplo claro de ello, son los cuatro mil hombres que trabajaron como buzos sumergiéndose en las profundidades del mar buscando langostas. Todo mundo sabe que un hombre que se emplea como buzo acabará muy pronto y sin remedio siendo una persona inválida para siempre. Sin embargo, nadie dice nada. Y nadie lo protege. Mucho menos el Estado.
