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“Me duele el pecho, algo me está puyado...”

Al instante de salir de la profundidad del mar Carcot Miller supo que algo no estaba bien. El dolor en el pecho era muy agudo. Sintió puyazos por todo su cuerpo, pidió al cayuquero que lo sacara del agua. El hormigueo comenzó hasta dejarlo inmóvil. Así de rápido fue, así comenzó su sufrimiento hace 14 años.

Carcot es uno de los más de 4 mil buzos lisiados en el departamento de Gracias a Dios, quienes dedicaron sus años mozos a la pesca de mariscos. En la actualidad es el presidente de dicha organización en el municipio de Brus Laguna. Desde hace más de diez años espera que una demanda contra el Estado hondureño prospere, que se haga justicia para él y sus compañeros que estuvieron frente a la muerte y que hoy el buceo los tiene muertos en vida. Olvidados. Pobres. Lisiados.

Miskitos en balsa

Del día del accidente recuerda que era su tercera sumergida en el agua, ya había utilizado 4 tanques de oxígeno. Pensó que todo saldría bien, y que había logrado la comida de su familia. Pero al salir la historia fue otra. Con suerte le dieron los primeros auxilios. A la cámara hiperbárica llegó 10 días después, negligencia que provocó parálisis en más del 50 por ciento de su cuerpo.

Trabajó 22 años como buzo. Ahora a sus 52 años sobrevive de la caridad, no tiene trabajo, su condición física se lo imposibilita, no tiene pensión, ni seguro médico, no tiene nada. Agradece estar vivo, dos de sus hermanos murieron dentro del mar, como cientos de miskitos que se ven obligados a sumergirse al mar ante el abandono gubernamental.

Personas en lancha camino a la mosquitia

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